“Hogar”, nunca tan bien nombrado. Así es como se siente mi mamá, en familia, es su hogar. Con el personal adecuado y atentos a todo lo que sucede y a cómo está cada residente. Un hogar judío que se siente, que late y que está vivo desde el aroma a comida, hasta en las actividades y festividades. El cariño de todo el personal a los residentes es una tranquilidad.
¡Gracias por tanto! Sin ustedes no sé qué hubiéramos hecho.
Hay abuelos que les toca vivir en instituciones donde se prioriza protocolos médicos y administrativos, otros se quedan en sus casas con cuidadores, pero sin cuidados médicos.
El Hogar Israelita está en esa justa y difícil medida donde se da un excelente cuidado físico, en un ámbito social judío y familiero. Cada residente tiene un nombre y apellido, donde sus preferencias son escuchadas. Kol hakavod a líderes y excelente equipo profesional que lleva adelante esta increíble tarea de amor.
Para nosotros el Hogar Israelita fue lo mejor que le pudo pasar a nuestro padre, luego de una gran pérdida, nuestra madre. Sus propias palabras: “mi segundo Hogar”. Cada día que nos comunicamos con él, siempre tiene para contarnos algo que nos llena de emoción y, a su vez, de tranquilidad. Estamos más que satisfechos por haber elegido el mejor lugar donde nuestro padre está pasando esta “nueva etapa” (también en sus propias palabras). No nos queda más que agradecer a todos y cada uno de los que allí trabajan. Valoramos y apreciamos todo lo que están haciendo para poder salir adelante en este año tan duro. Desde ya, y de todo corazón, ¡muchas gracias!
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